Elpatrimonio

Un poco de historia

Tarbes, capital del departamento
Desde sus orígenes hasta la Edad Media, la historia de Tarbes se remonta al establecimiento de un puñado de hombres en un lugar privilegiado, situado en la confluencia de dos ríos: el Adour y el Échez.
La ciudad floreció en el siglo XVI gracias a una economía dinámica basada en la artesanía y en el comercio.
Tarbes también desempeñó un importante papel administrativo en la provincia.
Tras la Revolución Francesa, la actividad de la ciudad fue transformada en parte por los
deseos de Napoleón III y por necesidades militares.

Desde hace mucho tiempo, los municipios de Saint-Lézer (junto a Vic-en-Bigorre) y de Tarbes reclamaban su lugar: sede del obispado y capital de Bigorre.

Cargos atribuidos desde hace mucho tiempo a Saint-Lézer, antes Bigorre, donde se han hallado restos de un importante poblado íbero y, después, galorromano mucho antes de que se descubriera Tarbes. De hecho, en recientes excavaciones (2018) se han encontrado alrededor de la catedral restos de una presencia romana más antigua. Estos descubrimientos permiten reforzar la posición de la ciudad como sede del distrito episcopal.

Cerca del distrito episcopal, la ciudad del conde se desarrolló alrededor del castillo condal, que se convirtió en el siglo XII en la sede de las principales instituciones administrativas.

Al final de la Edad Media, Tarbes se distanció de sus rivales por sus funciones. La ciudad se desarrolló como un centro político y estratégico, religioso, económico, artesanal y comercial.

Su importancia política y administrativa, así como la significativa labor de Bertrand Barère en la Asamblea Constituyente, atribuyeron a Tarbes la capitalidad. En 1800, la ciudad se convirtió oficialmente en la sede de la Prefectura de Hautes-Pyrénées, y entonces, la administración de la prefectura se instaló en el antiguo palacio episcopal, que aún ocupa en la actualidad.

Tarbes, ciudades pequeñas dentro de una ciudad

«Tarbes es una ciudad grande y bonita situada en el corazón de la región y rodeada de magníficos viñedos. La ciudad, el distrito episcopal y la ciudadela están protegidas por puertas cerradas, murallas y torres, y separadas unas de otras».

Jean Froissart, Les Chroniques de Sire Jean Froissart, Libro III (1386-1388)

A partir de la Edad Media, la ciudad fue creciendo sobre un plan rectilíneo formado por 6 barrios o «burgos» fortificados separados, yuxtapuestos y alineados en un eje oeste-este. Esta calle central de más de un kilómetro de largo es un tramo de la ruta comercial, que atraviesa el piemonte pirenaico desde Toulouse hasta el País Vasco francés.

Se piensa que el barrio de La Sède, «sede del obispo», fue el núcleo inicial de la ciudad, donde se asentó la primera población. En este barrio están la catedral, el claustro, el palacio episcopal y el obispado, y también tiene autonomía administrativa.

El barrio Carrère Longue, «la calle larga», es hoy en día la calle Abbé Torné. Desde la Place Verdun hasta la rue Ramond, se trata de un camino medieval muy antiguo, que constituye la primera parte del eje central de la ciudad. En el siglo XIX, el importante tráfico de esta calle que procedía de Pau necesitaba una ampliación, imposible de realizar. Así pues, se abrió un camino real, en la actualidad la rue Georges Lassalle.

El barrio Maubourguet es un pequeño distrito que facilitaba la comunicación entre el distrito episcopal y la ciudad condal. Su desaparición permitió la creación de una amplia plaza urbana. El desarrollo del eje norte-sur ha convertido este lugar en la principal encrucijada de la ciudad. Desde el siglo XVIII, este eje se convirtió en el lugar preferido de paseo de los habitantes de Tarbes. Su situación en el centro de la ciudad lo convirtió en el lugar ideal para la celebración de eventos populares. En él comenzaron a abrirse bares, cafeterías y hoteles. La plaza conservó el nombre de Maubourguet hasta 1919, cuando fue cambiada a «Place Verdun» tras la victoria de los aliados.

El Bourg Vieux, que hoy en día ocupa el espacio urbano situado entre la Place Verdun y la Place Jean Jaurès, en la Edad Media estaba dominado por el castillo condal fuertemente rodeado por las murallas de las calles Foch (rue des Grands Fossés) y Clemenceau (rue des Petit Fossés). ¡Personalidades, médicos, abogados y altos funcionarios se codeaban entre estas calles! En concreto, aquí nacieron Théophile Gautier y Bertrand Barère.

El Bourg Neuf sería una ampliación del Vieux Bourg hasta la actual rue Paul Bert. Este burgo se convirtió en el barrio de artesanos y comerciantes.

El Bourg Craber, también llamado «de los cabreros», era la entrada este de la ciudad. Este burgo se extendía desde la rue Paul Bert hasta la iglesia del convento de las Carmelitas, en la plaza de la iglesia de Sainte-Thérèse.

Fuera de sus murallas de cantos rodados, Tarbes aún conservaba una zona rural con viñedos, prados, tierras cultivadas, pantanos y jardines.

En el siglo XVIII, la demolición de las murallas supuso la desaparición de preciosos testimonios del pasado de la ciudad, pero también permitió embellecer la ciudad, ordenándola y aireándola.

Tarbes, ciudad del comercio y la artesanía

«Quien quiera ver todas las razas y todos los trajes típicos de los Pirineos, a las ferias de Tarbes debe ir. Allí acuden casi diez mil almas, que proceden de más de veinte lugares».

Jules Michelet, Histoire de France (1833-1844)

Muy pronto, la pequeña ciudad se convirtió en un lugar de paso para los comerciantes de sal, seguramente aquitanos, que recorrían a pie el piemonte pirenaico.

Tarbes se afirmó desde el siglo XVI como un centro comercial y artesanal. Y también desempeñó un importante papel administrativo en la provincia. La plaza de la iglesia de Saint-Jean era por entonces el centro neurálgico y dinámico de la ciudad, donde se celebraban los mercados y las fiestas.

En el extremo oriental de la ciudad había un suburbio situado en las afueras de la ciudad. Cada dos jueves, los habitantes de las zonas rurales circundantes acudían para celebrar sus prácticas comerciales. El «Gran Mercado» adquirió por entonces una escala regional, convirtiéndose en el lugar de encuentro de la gente de montaña y de los campesinos. La construcción del primer puente de piedra de la ciudad, el «Pont de l’Adour» en el siglo XVIII promovió el potente atractivo del mercado de Marcadieu (que puede traducirse como «mercado» en gascón). Algunos jueves podían reunirse allí hasta veinte mil personas. Desde 1880 se empezó a construir una magnífica halle de arquitectura metálica, del tipo Baltard.

El siglo XIX marcó el desarrollo de la vida económica de Tarbes. Por entonces, la ciudad ya tenía un segundo mercado. Esta halle fue construida en 1883 junto a la rue des Grands Fossés (actual rue Maréchal Foch). El mercado lleva el nombre de Brauhaban, alcalde de Tarbes en 1875, en reconocimiento al legado que este dejó a la ciudad.

En la actualidad, la place Marcadieu acoge, los jueves por la mañana, el mercado de productos locales más grande del suroeste francés. El mercado Brauhauban es un mercado diario.

Tarbes, ciudad militar

La vocación militar de Tarbes se afirmó en 1806 con la implantación del Haras National por Napoleón I. Para las necesidades de la caballería y compensar así la falta de caballos de combate, la orden fue pasada al establecimiento de Tarbes. El trabajo de cruce a partir del caballo Navarrín, una raza pirenaica ahora extinguida, tuvo como resultado la raza anglo-árabe, un caballo fuerte y rápido, ideal en el campo de batalla.

El ascenso militar de la ciudad se intensificó después de la guerra franco-prusiana de 1870. La instalación del Arsenal, un taller de construcción de artillería por el General Verchère de Reffye también supuso para Tarbes un gran impulso industrial y obrero.

Así pues, surgieron numerosos barrios y cuarteles, entre los que destacan los barrios Larrey (en la actualidad, 1.º R.H.P.) y Soult (actualmente, 35.º R.A.P.), pero también Foix-Lescun, el cuartel Reffye o Massey.

Durante la Primera Guerra Mundial, la situación geográfica de Tarbes en el interior le permitió al Arsenal intensificar su producción de artillería para suministrarla al ejército. Un conflicto ganado por los aliados, y cuyo jefe de la armada fue el famoso Maréchal Foch, nacido en Tarbes en 1851.

Durante la Segunda Guerra Mundial, esta posición estratégica la hizo tan vulnerable como codiciada. Durante la ocupación alemana de Tarbes, el Arsenal fabricó material de guerra para los invasores. Tarbes fue un lugar importante de la Resistencia francesa, que participó activamente en la liberación de la ciudad. La ciudad recibió la cruz de guerra.